Julio 29



Vedrá, julio 29 1866

La hija de Labán en la soledad del monte

Una voz suave me despertó hoy a media noche, y la voz era de mi Amada:
– Levántate y sígueme.
– ¿A dónde vamos?
– A la cima de este monte.
Me levanté y seguí. Reinaba un silencio profundo; y todo estaba en tal quietud, que ni se oía el susurro siquiera del aire ni los mares hacían murmullo: todo era paz. La luna con su luz misteriosa descubría, como la fe en la mente, las sublimes cúspides del monte y el camino para escalonarlas.
– ¿A dónde vamos? –preguntaba yo a mi compañera.

Hora en el mundo