Las tardes de últimos de julio, 1865.
En la soledad del monte
Palau canta a la soledad: Soledad, cuánto vales!. Al centro de la reflexión se halla el icono de la Iglesia: La Virgen del Carmen. Él se siente humillado pero se abre a la gratuidad: Así humilde -percibe que le dice María - no atribuirás a tus virtudes lo que es obra puramente mía.