30 de septiembre, 1869
Consciente de su misión, el Ermitaño, intenta levantar el ánimo de los lectores. Pide se acaben las lamentaciones, se enjuguen las lágrimas. Cierto, nos encontramos en el campamento, atacados por todos los flancos, dada nuestra condición de católicos. Sin embargo, él declara la guerra al mal. Tenemos poder y autoridad sobre él. ¿Sí?. Sí. Cristo nos lo ha conseguido con su muerte y resurrección.