28 de septiembre, 1871
Hace un llamamiento al pueblo. Anima a abrir los ojos para que descubran la verdadera causa del mal que padecen: el liberalismo y la revolución. Uno y otra han declarado la guerra sorda a la Iglesia. Entre los cómplices se encuentra el gobierno y hasta la mismísima dinastía -denuncia sin remilgos-. Y añade: la revolución va contra todos. En consecuencia, urge derrotarla.