Abril 21



Jueves Santo: el lavatorio a los pies.  

El Verbo eterno, el Hijo de Dios que, asentado en lo más alto de los cielos, mueve, rige y gobierna todo lo que hay de más sublime y de más vil, de más poderoso y de más débil, de más fuerte y de más flaco, ya sea en los cielos, o en los abismos o sobre la tierra; se ciñe de una toalla y, arrodillado a las plantas de doce hombres idiotas, de la baja plebe, pobres y gente ruda, les lava los pies; se levanta, vuelve a sentarse sobre la mesa y les dice: «He venido no a ser servido sino a ser vuestro servidor. ¿Sabéis acaso lo que acabo de hacer? Vosotros me llamáis Maestro, Señor; lo soy en verdad. Si yo, siendo vuestro Maestro y Señor, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los unos a los otros los pies; os he dado ejemplo para que hagáis lo que me habéis visto hacer».

La Escuela de la Virtud, mañana, a las tres de la tarde en punto, principiará la función del lavatorio bajo el orden y según las ceremonias prescritas por la Iglesia; cantado el Evangelio, el director de la Escuela, ceñido de una toalla, lavará los pies a los doce representantes de las doce jerarquías, a las que están agregados en coros todos los alumnos. A este acto seguirá el sermón sobre la cena, que predicará el mismo que ha lavado los pies a sus alumnos. El director de la Escuela. Francisco Palau, pbro. (Escritos p. 1434).

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