21 octubre, 1869
Es noche. El mar embravecido. El huracán destruye árboles y sus silbidos penetran hasta el corazón de la tierra. La tempestad descarga pedrisco, rayos, truenos. Una voz potente me ordenó retirarme al seno del monte. Lo hice. Allí afina el oído. Percibe el grito de una madre, los lamentos de una esposa, los ayes de una hija…Compendio de la situación en que se encuentra su pueblo.