Abril 17

Domingo de Ramos                                                           


Misión, Domingo de Ramos 1865.

Nos trasladábamos de un pueblo al otro, y venía toda entera la parroquia hasta la vecina que nos esperaba en los límites divisorios de ambas. – Yo voy contigo, vamos juntos –me dijo mi compañera. – Ya te siento, aunque sin verte. ¿Quién eres tú, oh hermosa paloma? – Yo soy la hija de Ragüel y tu hija.

– ¿Tú eres Sara? – Soy tu Hija y la Hija de Dios. Estoy sin marido aquí en esa Isla, porque Asmodeo, ese ángel impuro, ha muerto cuantos jóvenes con un corazón indigno se han atrevido acercarse a mí [Tb 3,8; Sb 18,25; Ap 9,11]. ¡Lanza a este espíritu perverso de en medio de esas gentes!

 – Hija mía. Ya ves las armas de los hijos de los grandes profetas desplegadas contra él; no podrá sostenerse ante el estandarte de nuestra misión. ¿Quién eres tú, hija mía? – Yo soy todas las parroquias de Ibiza unidas a Cristo, mi Cabeza. – ¿Eres tú la diócesis de Ibiza suprimida? – Sí, yo soy. – Pobre... ¡cuánto te compadezco! – No me abandones mientras vivas, oh padre mío. ¡Cuán agradecida estoy a tus sacrificios! ¡Oh, cuánto puede el amor de un padre! 

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