Diciembre 16

Octava de la Concepción, 1864                          

Palau anota un diálogo con su Amada, hecha de vida desbordante y duradera: Represento la eterna belleza de Dios, comunicada a sus criaturas que constituyen la Iglesia –afirma la sombra-. No te vayas! –suplica Palau-. No, eternamente quedaré impresa en ti…La muerte no puede conmigo… Te seguiré siempre porque me encuentro impresa en tu alma –añade la Amada-.

Hora en el mundo