Noviembre 12


Noviembre 12 de 1860                                                                       

Por estas fechas, Francisco Palau recibe la revelación del Misterio de la Iglesia                   

Una tarde estaba yo en una iglesia Catedral esperando llegase la hora de la función. En ella había de dar la bendición última que se acostumbraba, después de concluida una Misión. Y fue mi espíritu transportado ante el trono de Dios: estaba en él un respetable anciano, millares de ángeles le administraban. Uno de ellos vino a mí y traía en sus manos una ropa blanca como la nieve, y me vistió con ella. Me dio una banda de oro purísimo, especie de estola. Así vestido, el que estaba en el trono sentado me llamó, y me presenté de pie sobre un altar que allí había. El anciano me hizo seña y me dijo diese en su nombre la bendición. Me volví contra el altar y vi a sus gradas una bellísima Joven, vestida de gloria; sus ropas blancas como la luz; no pude verla sino envuelta de luz y no me fue posible distinguir de ella otra cosa más que el bulto, porque no se podía mirar. Cubría su cabeza un velo finísimo. Oí una voz que salía del trono de Dios y me decía: Tú eres sacerdote del Altísimo; bendice, y aquel a quien tú bendecirás será bendito; y lo que tú maldecirás, será maldito. Esa es mi Hija muy amada. En ella tengo mis complacencias: dala mi bendición...
 
Llegada la hora de la función, mientras subía al púlpito, oí la voz del Padre que me dijo: bendice a mi amada Hija y a tu Hija. El concurso de gente era muy grande. Yo no comprendía sino muy en confuso cómo podía ser yo Padre en la Iglesia y de la Iglesia...
 
MRel. F.II - III . Ct. 57.

Hora en el mundo