Junio 25 de 1865.
El amanecer y el anochecer del verano sobre el monte, en vista de Barcelona
En cumplimiento de mi compromiso, subí al monte; y mi espíritu estaba distraído, mi mente divagaba sobre diferentes objetos. Y al llegar, encontré sentada sobre la peña una joven pastorcita. No pude en ella distinguir sus vestidos, porque estaba poco atento a ellos; llamó únicamente mi atención su báculo sobre el que tenía sus dos manos plegadas.
Y a mi llegada se levantó, tomó su báculo pastoril en su mano izquierda, y con la mano derecha levantada al cielo, y frente Barcelona, dijo: «Os doy las gracias, oh Padre eterno, por haberme dado sobre la tierra durante el tiempo de mi peregrinación en ella un padre en cuyo amor estuviera representada vuestra paternidad».