La Nochebuena en Santa Cruz, 1864.
Contamos con regalo navideño. El misterio de la encarnación nos lo ofrece, Palau, en clave femenina: la Iglesia-niña centra la celebración y el posterior coloquio. Entretejidos, ambos, por la admiración y la ternura. ¡Maravilla!. Sin embargo el escenario de lo cotidiano entraña dificultades relevantes. Lucha contra el mal. Un mini-credo salido de su entraña constituye el broche de oro del contexto: Creo más a tu palabra que a cuantos portentos puedan ver mis ojos.